martes, 19 de abril de 2011

EL DILEMA DE UNA TRANSICIÓN CULTURAL

Por José H. Cabrales López.


Desde años atrás el concepto de Cultura ha sido víctima de una transformación inminente, hemos sido testigos de distintos fenómenos culturales y el nacimiento de tribus urbanas, que han logrado cambiar el contexto social. Este proceso de cambio se ha manifestado en el comportamiento de las personas y en el valor significativo que se le otorga a sus tradiciones, un ejemplo es el significado que muchas personas de religión católica  le dan a festividades de tradición como la semana santa. Aprovechando que por estos días la iglesia invita a reflexionar y a generar un ambiente de paz, amor en familia y comunión con Dios, este es el claro ejemplo de cómo un mundo consumista ha cambiado el valor ético, religioso y emocional de este tiempo de recogimiento.
Si bien sabemos, Colombia es un país  en donde no cabe una cultura mas, en el que las tradiciones son tan marcadas que se vuelven insignia de una región, entonces por qué nos volvemos tan volubles, cuando otros modelos sociales entran al país?, este interrogante se vuelve cada vez más complejo si nos damos cuenta que fenómenos como la globalización entran a jugar un papel crucial, la implementación de un modelo comercial en unas festividades o celebraciones religiosas, pueden hacer que la conciencia de la gente cambie de forma particular.
Es refutable la respuesta de un público que se deja llevar por las banalidades y características superfluas de la publicidad tan comercial que de cierta forma empaña el significado de la cultura. La semana santa como época de reconciliación con Dios se presta hoy en día para una semana de rumba, licor, juegos de azar, viajar y comer; pero no para lo que en realidad se debe implementar: tiempo de oración, reflexión y perdón.
Vamos en un constante cambio, y no solo la tecnología y sus usos han ido cambiando la forma en la que el hombre ve el mundo, también nos damos cuenta de todos los aspectos que influyen en esta transformación, en un avance para las mercantilismo y la tecnología pero en un descenso para las tradiciones y los rasgos que hoy en día, es lo único que no pueden borrar de un país  como Colombia, que muchos lo llaman el país sin memoria.

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